Testamento de Nuestro Padre
Jehová dice
Zacarías 12:10 “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.”
La Gracia es bien sabida por todos los Cristianos, como el favor gratuito e inmerecido que Dios nos da a la Salvación, mediante el sacrificio de su Hijo Jesucristo en la cruz, y que por lo demás viene a establecer el Nuevo Pacto de nuestro Padre para con nosotros, –la misma palabra griega significa, tanto Pacto como Testamento-.
Tal como se señala en el versículo del encabezado, escrito proféticamente en la Jerusalén reconstruida del año 520 A.C., tal espíritu de Gracia sería derramado en la cruz del calvario, momento por lo demás de grandiosa misericordia y poder, que se establece de forma definitiva hasta el regreso de nuestro Señor Jesucristo.
Tal Gracia esta vez es acompañada de perdón de pecados, no como en el Antiguo Pacto en el cual sólo existía cobertura de éstos, los que mediante sacrificios continuos de animales, derramaban la sangre sobre el altar del atrio en cumplimiento de la ley. Por otra parte, este nuevo Pacto (Testamento) comienza en el mismo instante de la muerte de nuestro Señor. De hecho el Apóstol Juan hace referencia a Zacarías 12:10 en el capítulo 19 versículo 37, cuando Cristo es traspasado por la lanza.
En Hebreos 9 el Apóstol Pablo señala lo siguiente en los versículos 16,17 y 18: “Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.”, no obstante el testador, Jesucristo el Señor, resucitó de entre los muertos y vive.
También en Mateo 26:27-28 Cristo dice: “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”
Lo anterior en cumplimiento de Jeremías 31: 31-34. Amén.
Zacarías 12:10 “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.”
La Gracia es bien sabida por todos los Cristianos, como el favor gratuito e inmerecido que Dios nos da a la Salvación, mediante el sacrificio de su Hijo Jesucristo en la cruz, y que por lo demás viene a establecer el Nuevo Pacto de nuestro Padre para con nosotros, –la misma palabra griega significa, tanto Pacto como Testamento-.
Tal como se señala en el versículo del encabezado, escrito proféticamente en la Jerusalén reconstruida del año 520 A.C., tal espíritu de Gracia sería derramado en la cruz del calvario, momento por lo demás de grandiosa misericordia y poder, que se establece de forma definitiva hasta el regreso de nuestro Señor Jesucristo.
Tal Gracia esta vez es acompañada de perdón de pecados, no como en el Antiguo Pacto en el cual sólo existía cobertura de éstos, los que mediante sacrificios continuos de animales, derramaban la sangre sobre el altar del atrio en cumplimiento de la ley. Por otra parte, este nuevo Pacto (Testamento) comienza en el mismo instante de la muerte de nuestro Señor. De hecho el Apóstol Juan hace referencia a Zacarías 12:10 en el capítulo 19 versículo 37, cuando Cristo es traspasado por la lanza.
En Hebreos 9 el Apóstol Pablo señala lo siguiente en los versículos 16,17 y 18: “Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive. De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.”, no obstante el testador, Jesucristo el Señor, resucitó de entre los muertos y vive.
También en Mateo 26:27-28 Cristo dice: “Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”
Lo anterior en cumplimiento de Jeremías 31: 31-34. Amén.
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