Un Regalo Inmerecido
Sr. Charles K. Louis, hombre de familia, principios Cristianos e irreprochable conducta, Presidente de una de las más importantes Empresas de la Industria del Petróleo de la Ciudad de Fort Worth, en el Estado de Texas – Estados Unidos-, viajaba junto a su chofer –Don Javier Hernández- un lunes por la tarde con destino a su hogar, cuando repentinamente en un control policial de carreteras, se ve obligado a detener el vehículo en la berma, dado que el Alguacil del Departamento de Policía de Fort Worth –Michael Baker- había organizado una ronda de acción para detener a todos los conductores que debían multas de tránsito. Tranquilo Sr. Charles esperó el control policial, muy confiado por lo demás en su Chofer, ya que más de 15 años de trabajo bajo su mando le aseguraba su intachable conducta al volante. Su tranquilidad comenzó a romperse cuando veía desde su cabina en la limusina, que este proceso se extendía por más tiempo de lo habitual. Con mucha precaución acciona el alzavidrios para escuchar la conversación, presentándose lo siguiente:
- Alguacil:…me temo que no hay más alternativas, Ud. conoce la normativa y reglamentación vigente del Estado de Texas, lo que se pide es que se presenten a la corte municipal, se enteren de lo que deben y hagan un arreglo.
- Don Javier: Sr. Alguacil, reconozco mi falta, sé que con la fecha que Ud. me indica yo excedí la velocidad máxima permitida y le pido me perdone, pero el que Ud. me infraccione implicará mi despido en forma automática de la Empresa, en la que he trabajado toda mi vida, ya que con esto he roto el primero de los reglamentos de Choferes que manejamos al interior de nuestra Empresa. Le solicito por favor no lo haga. Me dolería más dejar al Sr. Charles que la Empresa a la cual presto mis servicios, agregó.
- Alguacil: Me parece bien su actitud, es poco común que un infractor reconozca su falta y que además pida perdón. A estas alturas lo único que le puedo ofrecer para no quedar con la hoja de vida manchada, es pagar con trabajo comunitario, ante lo cual si le parece le haré llegar a domicilio tal formulario.
- Don Javier: Ok, me parece, muchas gracias.
No obstante, Don Javier sabía que le sería muy difícil cumplir, pues contaba con una discapacidad en su pierna izquierda.
Sr. Charles, muy sorprendido pero a la vez muy orgulloso por la actitud de su empleado, pensó en recompensarlo de una forma muy especial, teniendo presente por cierto de la discapacidad de éste. Al día siguiente, le pidió a su Secretaria contactar telefónicamente al Alguacil, presentándose como el dueño de tal limusina, con objeto de proponerle en esa calidad, que él procedería a pagar con el trabajo comunitario correspondiente, ante lo cual le solicitó hacer envío del formulario para proceder con lo pactado.
Fue así que durante el período de un mes, en horario de madrugada y nocturno alternadamente, por un lado para no dejar de cumplir sus funciones en la Empresa, y por otro para no despertar sospechas de su Chofer, Sr. Charles se desprendió de su elegante traje y calzado de alto Ejecutivo, para calzar un humilde par de botas y un guardapolvo reflectante, procediendo de esta forma con la limpieza y barrido del sector que se le asignó, incluyendo plazas y calles del centro de la Ciudad.
Luego de transcurrido casi un mes, Don Javier, se recordó de lo conversado con el Alguacil, extrañándole que el formulario de citación no le había llegado, ante lo cual fue donde la Secretaria y le consultó por tal documento. Al acercarse a las oficinas, la Secretaria le comenta que Sr. Charles había decidido tomar su lugar en los trabajos comunitarios como un gesto de amistad, tan sólo por el gran afecto que le tenía. Don Javier no lo creyó, sino que pensó que se trataba de una broma de la Secretaria, así que para poder comprobarlo se acercó al Departamento de Policía y habló nuevamente con el Alguacil:
- Alguacil: Hola Sr., ¿creo que ya nos conocemos?.
- Don Javier: Si, Ud. me detuvo hace cuatro semanas por una multa impaga con que yo contaba por manejar una limusina a alta velocidad, ¿lo recuerda?.
- Alguacil: Oh si, lo recuerdo, Ud. trabaja con Sr. Charles. Le comento que el me dejó un encargo; me dijo que él pagaría con los trabajos comunitarios, pero si de casualidad Ud. venía a consultar y se enteraba de lo que él había hecho por Ud., en sus manos quedaba la decisión de realizar nuevamente tales trabajos, a modo de pago por su infracción, esto último solamente si Ud. no aceptaba tal regalo de su parte.
- Don Javier: Si, la verdad es que siento que yo debí pagar, porque realmente fui yo quién cometió la infracción….creo que no lo merezco, menos considerando de quién viene….pero si…¡si acepto el regalo!, de lo contrario, en vano sería el esfuerzo que él ha realizado por mi durante este mes.
Emocionado, Don Javier viendo que su hoja de vida no estaba manchada y estando conciente que además ya no corría riesgo de ser despedido, sintió por primera vez lo que realmente era la amistad, ya que nadie en su vida había realizado algo así por él.
“Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” Juan 15:13
Lo anterior, si bien es una historia ficticia, trata de reflejar que Cristo también nos dio un regalo, el regalo del perdón, y más aún “siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Filipenses 2:6-8). El ya pagó por nuestros pecados, pero surge la interrogante: ¿Quieres pagar tú mismo por el precio de los tuyos? , ¿o has decidido recibir y aceptar el precioso regalo que él te da, tomando tu lugar en la cruz?, haciendo por lo demás que tal sacrificio ¡¡no sea en vano en tu vida!!. De hecho tanto fue el amor de Dios por nosotros, en que aún siendo pecadores envió a su Hijo a morir por nosotros (Romanos 5:8).
¿Quieres saber como hacer para no pagar por tus pecados en el Infierno y finalmente condenarte a morir en el Lago de Fuego?, la respuesta es que primero debes tomar una decisión, la cual es la más importante que jamás has tomado ni tomarás en tu vida, ¡¡y es de vida eterna!!. Esta es recibir a Cristo en el corazón -y de corazón-, como el Señor y Salvador de tu vida, arrepintiéndote de tus pecados, primeramente reconociendo que no estás en el camino correcto y que deseas que el sacrificio que hizo él en la Cruz no sea en vano, al menos en tu vida.
Si aún no has tomado una decisión al respecto, y por lo demás te has sentido identificado con este mensaje, y si no tienes palabras para dirigirte al Señor, puedes recibirle haciendo la siguiente oración en voz alta:
“ Dios mío, gracias por tu amor hacia mi. Reconozco que hasta ahora anduve lejos de Ti viviendo a mi manera… Te confieso todo el mal que hice. Creo que Jesucristo, tu Hijo, me puede perdonar y salvar… Ven Señor Jesús y entra en mi vida, Amén”.
La palabra enseña que si has tomado esta decisión de corazón colocando tu fe en Jesucristo, tus pecados han sido perdonados y en consecuencia eres salvo pasando a ser hijo de Dios, ante lo cual no te olvides de este importante día,… día en que has nacido a la nueva vida…..la cual es la vida eterna.